Eran las 9:57 cuando vi el reloj por última vez, antes de rendirme ante el sueño que me acompañaba en el micro de regreso a mi casa.
Después de un rato sentí que nos detuvimos y el motor paró, entonces escuché una voz "me permite señorita?" abrí los ojos entre confundida y somnolienta y vi al chofer a mis pies tratando de sacar algo de debajo de mi asiento, hice los pies a un lado y sacó su escoba con la que empezó a barrer el pasillo de "la unidad", un olor desagradable se propagó rápidamente... en la penumbra vi pasar frente a mi (estaba sentada junto a la puerta) al causante de todo: un fragmento de materia fecal introducido accidentalmente por alguno de nosotros...
Las reacciones no se hicieron esperar, algunos opinaban que habría sido mejor no moverlo de lugar pues ahora olía peor, otros se concentraban en descubrir al portador de semejante inmundicia, otros, como yo, intentaban entender qué estaba sucediendo y uno más, el único, siguió imperturbable metido en su celular: teníamos al culpable identificado.
Hubo un cruce de miradas entre los pasajeros y se escuchó la voz de una señora (casi siempre son ellas las que transmiten el sentir popular) diciendo en voz baja (casi siempre intentan hablar en voz baja) "de nada sirve que la echen pa' fuera si en el zapato trae la porquería"
Contrastaba la actitud impávida del sospechoso con la del "operador" que iba de aquí para allá intentando remediar el incidente, ya barría, ya limpiaba con papel de baño, ya rociaba el área afectada con diversos limpiadores; y con la de los pasajeros que buscaban rápidamente abrir rutas de ventilación... el olor ahora era más penetrante y un comentario más se hizo escuchar "nunca tapes un olor con otro olor"
Pasados algunos minutos pudimos continuar nuestro camino, no logré recuperar el sueño, había muchas cosas en las que pensar...
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