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sábado, agosto 15

Nostalgias

Regresando del trabajo, pensaba qué hacer durante la tarde. Lo primero que me vino a la mente fue ir a la Villa, lo segundo las excusas para no hacerlo. Encontraba alguna más o menos convincente pero de nuevo ir a la Villa se me presentaba como la opción. Sentía como si alguien me quisiera convencer.

Llegué al metro, tenñia que decidir... si está lloviendo no voy, si veo pasar el camión que va a mi casa me subo, si me toca parada en el metro no voy a aguantar caminar hasta la Villa, si la inercia me lleva a otro lado será una señal. A pesar de mi intento de trasladar la responsabilidad de decisión a las condiciones climatológicas, la organización interna de los pasajeros, los horarios de los transportes públicos, nada de eso pasó y caminé rumbo a la Basílica.

Ninguna razón específica motivó mi visita. Me senté esperando que comenzara la Misa. Lo primero que dijo el sacerdote al salir fue la festividad del día, era una de las grandes dentro del calendario católico... coincidía con una fecha que hace unos meses consideraba de las más importantes en mi vida, en mi antigua vida.

Si bien me sorprendió lo desapercibido que había pasado hasta entonces ese día para mí, más me sorprendió ser la segunda vez que me sucede y bajo el mismo patrón.

Me pesa saber que no son coincidencias, que hay alguien que recuerda lo que yo olvidó y me lo pone en las narices. Me pesa sobre todo conocer sus intenciones y ¿cómo no? muchos años yo fui él y él era yo.

martes, junio 2

Y coincidir...

Todo resultó más o menos como lo había imaginado.

Me paré en un buen lugar, en realidad lo único bueno del lugar era la ubicación pues me encontraba entre un charco de sospechosa procedencia y filas de camiones con olor a diesel quemado. 

Recargada en la cortina naranja de algún comercio miraba hacia el lado contrario esperando el factor sorpresa. Escuche una voz que dijo mi nombre y empecé a temblar, eso no estaba en mis planes, ni el que mis orejas cambiaran de temperatura y mis cachetes de color... El saludo fue un largo abrazo, tal vez los acumulados a 101 días de separación.

Decidí regresar las 16 estaciones del metro que había recorrido, ahora tenía una compañía con quien valía la pena hacerlo... 

El metro avanzaba tan rápido que percibía algo de malicia en esa inusual ligereza; el tema de conversación no lo se con precisión pero el concepto subyacente era el de coincidencia.

Elementos, un par de momentos de tensión, algunos comentarios con sabor a melancolía, ciertas ideas acompañadas por lágrimas, todo sobre un fondo de inmenso gozo. A ratos el silencio lo gritaba.

Y la tarde se alargó en el momento justo en el que las obligaciones pedían que aquello terminara, una vez abierto el corazón éstas acallaron y accedieron a la complicidad. La oscuridad de la noche contrastó con el fulgor de dos almas reencontradas. 

Agradezco en mi vida los momentos, las personas capaces de dar consuelo en medio del duelo cuando ellas mismas lo padecen, la pesada carga es llevada entre los dos y se vuelve necesario mantenerse juntos para resistir.

sábado, mayo 9

por qué el América?


Porque decidí suplir su ausencia con el peor de sus defectos: ser Águila.

Porque se que durante 90 minutos podemos compartir el mismo tiempo aunque no el espacio.

Porque a través de las "jornadas" puedo llevar la cuenta del tiempo que hemos estado lejos.

Porque quisiera tener un tema de conversación que no la entristezca cuando la vuelva a ver.

Porque para ella era un escape y quiero intentar encontrar ahí el mío.

Porque la extraño, así de simple.